jueves, 17 de septiembre de 2015

02.09. Basket

Hoy ha tenido lugar en Same un evento deportivo super importante. El partido de basket entre Médicos del Mundo y ONGAWA. Una iniciativa que empezó con un simple paseo en el que tuvo lugar para algunos el mayor descubrimiento de todos los tiempos en Same: una cancha de baloncesto.
Esta cancha de baloncesto se ubica dentro del Secondary School de Same y es utilizada por estos adolescentes que pasan sus tardes entre tierra roja y cardos. 

Se puede decir que esta cancha, la única en Same, ha sido la protagonista de un montón de aventuras:
La primera y mayor de ellas fue la búsqueda del balón. Vale, había cancha con sus aros y sus límites pero para Ana, que es una crack del baloncesto, es como el dicho “Que pena tener marido y no tener cena”. Se puso en contacto conmigo antes de que ir para allá para que entre Miguel y yo lleváramos el balón. No fue posible. Otro intento fue con Hamani, nuestro driver de Marangu, que nos llevó a una tienda de deporte en Moshi en la que había pelotas de baloncesto por 40 euros. No fue posible. Pero a la tercera va la vencida gracias a la visita de la madre de Alfonso.

Foto de Marga
Con el balón fue posible proponer en la oficina de ONGAWA un partido de basket contra Médicos del Mundo y, tras elaborar un escrito lanzando la ofensiva firmado por todos entre risas y risas, fuimos a MdM a lanzar el desafío que aceptaron también riendo. ¡Bueno! Pues ahora toca entrenar.

El primer entrenamiento previo al partido marcaría un antes y un después para algunos de nosotros. Llegamos Ana, Miguel, Alfonso y yo muy convencidos de que la pista estaría vacía pero nuestra sorpresa fue que no, que los chicos del secondary estaban entrenando y nos sentamos a observar. Muchos de ellos jugaban en chanclas con un desparpajo indescriptible. Al finalizar su partidillo nos invitaron a jugar. Yo me quedé observando porque como muchos sabéis, los deportes con balón no son lo mío. Ana se hizo un hueco entre ellos. Todavía me acuerdo del primer tanto que se marcó y el sonido de fondo que todos los jugadores hicieron y es que raro es ver a una chica jugar al basket pero más raro es ver a una mzungu con la camiseta de la selección tanzana. Fue super chulo. Y como no podía ser de otra forma, ese fue el primer partidillo de muchos. Poco a poco fuimos conociendo a los chicos de la cancha y ellos a nosotros. Esos ratos hablando con ellos era un auténtico intercambio cultural. Nos preguntábamos sobre nuestros planes de futuro, sobre lo que tenían pensado estudiar. Aprendieron palabras en español y nosotras lecciones de la vida. Lecciones procedentes de chavales de 20 años, como por ejemplo que no volviéramos nunca más a Tanzania, que aprovecháramos las oportunidades que ellos no iban a tener. 


El partido de ONG’s basket he de decir que me lo perdí. Este ha sido mi último día de trabajo de campo. Mi último día de montañas. Mi despedida del muñequiti, de mis amigos del Distrito, de las cañas de azúcar, de los pikipikis de Bombo, de las curvas del camino, de las mariposas que revolotean por toda la reserva de Chome,...

Y sobre el partido todos dicen que fue un éxito. Fue muy divertido porque para muchos era su primer basket entonces no hubo reglas estrictas: botar el balón de vez en cuando, los límites de pista y poco más. Una iniciativa muy chula que fomenta la relación entre dos ONG’s de Same. Y aunque no pueda verlos espero que sea el primero de muchos encuentros porque el deporte une. El ejemplo está en nuestros amigos del secondary.  

Foto de Marga

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