lunes, 31 de agosto de 2015

22.08. Algarabía

Se suponía que tocaba escribir sobre el safari y sobre los animalitos pero ha habido algo que me ha chocado más en el día de hoy y que merece más la pena.


No quiero generalizar ni juzgar, pero por los testimonios escuchados durante la hora de la cena del día de hoy he sacado esta conclusión: La gente que viene de turismo se lleva una imagen de Tanzania que no es la verdadera. Lo primero porque no se suelen mezclar con la población, lo segundo porque ven a los vendedores locales como timadores cuando es la economía local la que deberíamos nutrir. Es cierto que cuando un blanco pasea por la "gran vía" de cualquier población tanzana es inevitable que nos vean como una bolsa de oro... Pero quien diga que con la gente local no se puede hablar, miente. De hecho es lo primero que hacen, preguntarte de dónde vienes y qué te trae por estas tierras. Y lo tercero porque no se desvinculan del bienestar, alojándose en sitios de Norte. Y algo relacionado con esto último ha sido lo que nos ha pasado a nosotros y por lo que estoy escribiendo.

Contratamos un safari de dos días. El sábado visita al Tarangire, noche en un camping y el domingo visita a Ngorongoro. Llegamos al camping antes de oscurecer, justo cuando pasamos la verja, fue como si pasáramos a otro mundo. Como si volviéramos al Norte. Norte en el sur, una contradicción. Un camping con piscina, las habitaciones con ducha y agua caliente, cenamos como si de una boda se tratase, la papaya estaba dulce… Y no es que me disgustara pasar la noche allí. Si lo dijera mentiría (sobre todo después de no haber dormido apenas nada ninguno de los tres la noche anterior) pero fue como que no era real, que parecía increíble que una simple valla separara tanto y creo que este sentimiento fue general, los tres nos sentimos fuera de sitio. Y a la mañana siguiente, cuando pasamos la valla de nuevo todo volvió a ser como era. Fin a la gente que habla por hablar y no dice nada, fin a una mentira que maquilla la realidad. 

domingo, 30 de agosto de 2015

21.08. Malindi

Son cosas que pasan. Teníamos planeado coger el primer autobús y salir temprano mañana, sábado, hacia Moshi pero a las 6:30 nos recoge el driver para empezar nuestro safari. Por tanto no nos queda otra que adelantar el viaje y dormir en Moshi hoy, viernes. Salimos de la oficina, bajamos a Same town con la mochila y llegamos a nuestro destino a la hora justa para que no nos pillara la noche por la carretera. Por cierto, yo no lo vi porque no me tocó primera fila, pero Miguel alucinó con puesta de sol tras el Kilimanjaro.

Buscamos un sitio con precio asequible para voluntarios (no el más confortable del mundo) donde poder pasar la noche, ducha y a ver qué se cuece por estos lares. Es de noche y mañana toca madrugón… ¿Pero qué haces a las 7:00? ¿Irte ya a dormir?

Una persona que va a Moshi está en la “obligación” de probar el Malindis. Una discoteca de estilo mzungu (europeo) con grupo tocando en directo todos los viernes para tomarte tranquilamente una soda y cenar.


Y parecerá raro, pero, qué raro resulta encontrarte con gente blanca en Tanzania. Es como que se te olvida, o, mejor dicho, que la gente hace que se te olvide que tú también eres un blanco. Y me da rabia. No el hecho de encontrarte a blancos, por supuesto… Sino que allí, en aquel Norte de donde todos los wazungu venimos, hagamos sentir a la gente negra fuera de lugar.    

sábado, 29 de agosto de 2015

20.08. Vuelta a la montaña

8:15 de la mañana (7:15 en España). Nos recoge Ema en casa. Ana tiene que ir a Maore también para una reunión con los de su COWSO.

La jornada empieza con risas. Ema me avisa de los gatos negros y ahora que pasó la tempestad nos hace gracia, pero aún recuerdo el momento desesperante de estar en Sofia cenando y estar contándole mi situación: 1 día sin agua, 3 días sin agua caliente y 2 noches sin electricidad, en medio de la nada y sin posibilidad de comunicarme con nadie en otro idioma que no fuera suajili. ¡Horror!

Afortunadamente hoy es un nuevo día, sin gatos, ni negros ni blancos. Sólo con ganas de volver a la montaña, de subir cuestas y disfrutar de ella como si fuera la última vez, que es muy posible que lo sea. ¡Pero quién sabe!

Llegamos a Maore, paramos en Sofía a hacer nuestro correspondiente segundo desayuno y empiezan las anécdotas graciosas del día. Dos mujeres se acercan y nos ponemos a hablar como buenamente podemos. Me gusta mucho hablar con la gente local porque es gente abierta y el humor aquí se respira en el aire. Empieza la conversación en inglés formal pero acaba en una fusión suajinglis con toque indio y en esos momentos te das cuenta de lo importante que es la comunicación, y que venga lo que venga hay que intentar expresarse con cualquier recurso.

Bueno, cogemos nuestro camino hacia las montañas. Recogemos al muñequiti y empieza la jornada. GPS en una mano, en otra la libreta, el móvil para hacer fotos colgando, la botella vacía para medir caudales bajo el brazo y las duracell al máximo.

El paisaje es diferente. Hay más vegetación y los caminos son menos transitables para vehículos. Se nota que lleva tiempo en funcionamiento el sistema y se ha restaurado la vida del bosque.

Otra de las cosas que pasan cuando se construye y el tiempo pasa es que aparecen defectos: fugas, agujeros en tuberías, puntos domésticos con caudal insuficiente, puntos domésticos sin cierre, estructuras inutilizadas… Y mucha distancia entre ellos. Pero es lo que pasa con la cooperación: Tienes X recursos y tienes que pensar cómo optimizarlos. Y como ya he dicho en otras entradas, con el problema de la diseminación de la población es muy complicado poner puntos de agua en todas las casas. ¡Ojalá se pudiera! Pero lo que hay que procurar es que, por lo menos, lo que se ha ejecutado funcione.



Le dimos un buen repaso a toda la red durante la mañana y volvimos a Maore, no sin antes despedirnos con una buena caña de azúcar. We’ve finished!!


Pero el día no termina aquí… Estábamos llenando el tanque con arroz y habichuelas cuando vimos que se formó jaleo fuera. Dos maasais habían empezado a discutir y entre la multitud, desde mi asiento os puedo decir que sólo oí un sonido, vi un palo y un trozo de túnica volando y el ruido de cuando alguien cae al suelo… Sí, la primera pelea tanzana que me encuentro. Es muy raro ver aquí a gente discutiendo en general y pegándose en particular, y más de día. Por eso digo que cada día no dejo de sorprenderme. 

Salimos de Sofía para volver a Same. Habían conseguido separar a los protagonistas de la revuelta pero aún quedaba corrillo. Y lo que suele pasar cuando se acumula mucha gente y pasa un blanco es que todos los ojos se desvían y sientes el peso de ellos. Te sientes pequeñito.  

viernes, 28 de agosto de 2015

19.08. Buenas noticias

Hoy estoy muy contenta. ¡Vuelvo a terreno! Me han ampliado mi zona de estudio de Dindimo y tengo que volver a la montaña.

Estaba trabajando en el informe cuando a media mañana ha entrado a la oficina mi amigo del Distrito, Nafikiri, riendo como siempre, a enseñarme un plano a escala del sistema Dindimo entero y a explicarme el nuevo recorrido. ¡Me ha hecho muy feliz!


Ver un plano formal en papel es un privilegio, porque aquí los recursos a la hora de elaborar proyectos se reducen a la mente de las personas que lo planifican y lo ejecutan y a lo que pueden expresar gráficamente en forma de esquemas (de hecho una de mis próximas tareas será introducirles un GIS como herramienta de representación geográfica), Pero este plano era de tinta y estaba a escala. ¡Qué chulo!  


Deo, unos de los que mandan en el Distrito, me ha explicado por encima en lo que consiste la tarea que realizaré el próximo jueves. Esta salida a terreno es parecida a la de la semana anterior. Andar, tomar datos y andar, pero con una diferencia: los datos van a poder ser comparados con los que hace dos años fueron tomados. Esta tarea es muy importante ya que podría asemejarse a una revisión de mantenimiento de algo que fue puesto en funcionamiento tiempo atrás. Esta misión no es algo que se realice habitualmente, por tanto no sé lo que voy a encontrarme pero seguro que va a ser muy interesante para todos ver el estado del sistema. ¡Ya os contaré!

jueves, 27 de agosto de 2015

18.08. Cuando no tienes (Parte 1)

Cuando no tienes tomates vas y los compras. Cuando no tienes leche, el oro blanco de Tanzania, si estás de suerte, vas, le haces un agujero al bolsillo, y la compras.
Pero cuando no tienes luz… Cuando tu única fuente de claridad es el latido de una vela, sólo puedes hacer una cosa: desconectar.


Os animo a que le deis un respiro a la tierra y disfrutéis de una cena o de una ducha a oscuras. Nosotros lo hacemos muy a menudo. Y aunque el corte de luz sea algo pasajero (un par de horas como mucho) os prometo que merece la pena.

miércoles, 26 de agosto de 2015

17.08. Mueve el esqueleto, no lo dejes quieto

Qué duros son los lunes… Más cuando toca trabajo de oficina. Y qué mejor forma de empezar la semana haciendo un poco de ejercicio. Todos los días viviendo entre montañas merece una pequeña escapada. Además que tanto arroz va pasando factura…

El tiempo está con nosotras. No hay muchas nubes en el cielo. Perfecto. Vamos a poder disfrutar de la puesta de sol. Pero para ello tenemos un buen ascenso.


Foto de Ana
Lo de salir a correr como mantenimiento aquí es raro, la verdad. Se hace deporte, por supuesto. Además yo diría que si se hiciera una encuesta a la población la mayoría de la gente ha jugado o juega en algún equipo de futbol. Bueno, a lo que vamos, es raro ver blancos entre tanto tanzano, pero más raro es ver blancos corriendo y si las que corren son mujeres ¡ya ni os cuento! Por eso desde que salimos de la casa de ONGAWA hasta que no pasamos la oficina fuimos tranquilamente andando, para evitar miradas.

El ascenso a la montaña podría dividirse en tres tramos, el primero de pendiente constante, dificultad media y terreno medianamente liso, el segundo con pequeños tramos de pendiente y terreno irregular con plus de acacias y el tercero de pendiente media-alta y terreno irregular con plus de acacias, vamos, para llegar con la lengua por los suelos no, que pincha, pero casi casi. En este tramo final, cada zancada equivale a un puñaito de arroz menos (o más como quieras verlo), fijo.

¡Y aquí tenéis la roca de la victoria! La que dan ganas de darle un beso cuando se llega a ella.


Pero el verdadero premio es este: 


Desde la roca de la victoria se puede disfrutar de la puesta de sol tanzana y de unas maravillosas vistas a toda la estepa Maasai. (Aun no me explico cómo los Maasais pueden sobrevivir en los secarrales donde se asientan...). En definitiva, un 10 la subida a la montaña.

Lo malo de ver la puesta de sol lejos de casa es que tienes que regresar a velocidad de gacela porque la noche en Tanzania también sale a correr como nosotros y en cuanto te descuidas ha llegado a la meta. La noche oscura (las de las 00:00 en España) aquí la tenemos a las 7:00 de la tarde, 13:00 en reloj tanzano y 6:00 en España y un par de horas después se pone fin al día.


martes, 25 de agosto de 2015

16.08. Kwasa-Kwasa

¡Domingo! ¡Día de mercadillo! ¡Día de kwasa-kwasa! ¿Y qué se puede encontrar en el mercadillo de Same? Pues lo mismo que en todos... Fruta, verdura y legumbres fundamentalmente, ropa, zapatos y puestos alternativos. Otras cosas variarán, pero el concepto de mercadillo me parece que es general en todas las partes del mundo.


Aun así no podíamos dejar de mirar a todos sitios y alimentar nuestras cabezas de tanto color. África es color. Ver a las mujeres con sus vestidos estampados en sus puestos, rodeadas de verduras perfectamente ordenadas y sonriendo esperando a que les devuelvas la sonrisa para decirte “karibu” no tiene precio, os lo aseguro. 


La gente llega al mercadillo con sus bolsas de mimbre artesanales vacías. Agarradas a la mano por sus pequeñas asas que al mínimo peso que le eches te cortan la circulación y se van con estas cestas llenas de comida para toda la semana danzando con ellas en la cabeza con un desparpajo monumental. Y es que en África este hábito es deporte nacional. 

Foto de Marga
Y para poner fin a mi segundo fin de semana en esta tierra que no deja de sorprenderme, aquí os dejo un intento de atanzanamiento frustrado.

Foto de Marga
Tutaonana kesho! ¡Hasta mañana!

lunes, 24 de agosto de 2015

15.08. Como reyes

Creo que voy a llorar de la emoción... ¡Por fin he comido pescado! Pescado del de verdad. Del que se come en plato con cuchillo y tenedor y te lo sirve un camarero uniformado en un mantel de tela.

Hoy me he sentido como una reina al visitar un restaurante a las afueras de Same, el Nchoroco. ¿Por qué? Porque es sábado, porque ha venido la familia de Eduardo (el único español que no está dentro de ONGAWA y que hay por estos lugares. Expatriado de la ONG Médicos del Mundo) y porque nos lo merecemos.

Eso sí, a este sitio no es muy recomendable acostumbrarse. Lo primero, porque leer una carta tan larga me he dado cuenta que agobia. Lo segundo, porque a los voluntarios no es que nos sobre el dinero. Y lo tercero y último, porque malo es comer arroz con todo, pero creo que abusar del curry es mucho peor.

Por eso Ana y Eduardo hicieron la promesa de visitar este sitio sólo una vez al mes. Cosa que comparto y, consecuentemente, esta ha sido mi primera y última vez.

Pd: No tengo fotos. Estaba tan emocionada que se me olvidó. Pero, aunque no tenga nada que ver, aquí os dejo una imagen de la línea de ferrocarril inutilizada, no obsoleta, que cruza Same y por la que tenemos que cruzar todos los días.


jueves, 20 de agosto de 2015

14.08. Placeres desconocidos

Viernes. Vuelto a Same.

Nunca habría imaginado que echarse un cubo de agua caliente en la cabeza sería uno de los pequeños mayores placeres (o mayores pequeños placeres) de la vida. Pero sí, lo es.


No aprecias las cosas hasta que no las tienes. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

13.08. Gato negro

Tercer día de trabajo de campo. La mañana empieza como siempre: Me despierta la luz del sol atravesando las cortinas a las 7:00, preparo lo necesario para aguantar la mañana. Hoy me la juego. Me llevo una botella de agua, parece que hay más sol que ayer y la voy a necesitar. Digo me la juego porque la montaña está hecha para vejigas fuertes ya que encontrar un momento para perderse es complicado.

Creí dejar el ordenador cargando anoche pero la luz está apagada. En fin, quizás no lo enchufé bien... Cuando vuelva, que ya estará la electricidad funcionando (por las mañanas la cortan) lo pondré a cargar.

Hoy no tengo chapati para desayunar… y tampoco plátano. ¡Algo va mal!

Ibamos con nuestras risas mañaneras Enma y yo cuando de repente… ¡Zas! ¡Gato negro cruza el camino! Le cuento de broma a Ema la superstición de los gatos negros y seguimos riéndonos de la tontería. – Si ves que tienes miedo de que la montaña te pueda, cruza los dedos. Eso funciona. Lo hice yo el otro día conduciendo de noche y no me pasó nada - Dijo Ema.

Continuamos donde lo dejamos, cumpliendo con la programación establecida el primer día. En otros 3 días más tendré la montaña cubierta.


Lo que más me gusta de la montaña es su espontaneidad y a la vez su perfección. Cada rama, cada piedra cumple una misión. Aquí no hay escalones, hay raíces que brotaron de la tierra o, mejor dicho, la tierra destapó esas raíces para convertirse en escaleras. De aquí para allá revolotean suavemente mariposas de todos los colores y el ruido del agua confunde de vez en cuando la melodía de los pájaros.

Cogimos buen ritmo. Nos parábamos en cada punto importante, revisábamos el mapa y continuábamos. El terreno era plano (por lo menos no tenía complicaciones) pero hubo un momento crítico… Cuando uno de los encargados del Distrito dijo: “Up to Main line” y miré hacia arriba. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo pero conscientes de la que se nos venía encima bajamos el ritmo y “kidogo kidogo” (poco a poco) llegamos a la tubería principal. Intentando echar una foto a la cuesta, mi móvil probó por primera vez la rojiza y blanda tierra tanzana (maldito gato…).   


Una hora después sólo nos quedan tres puntos para visitar, que dejamos para el día siguiente. El trabajo de 6 días nos lo íbamos a comer en 3. ¡Ole!  

Comimos en Sofía y, ya en el hotel, decidí retomar una de las tradiciones españolas más saludables, echarme una buena siesta. Lo hice y cuando desperté ya era de noche. Y ahí fue cuando me di cuenta de lo que estaba pasando. No había electricidad en mi habitación. No tenía batería ni en mi ordenador ni en mi móvil y sólo se me ocurrió una cosa... Sacar la linterna, mirar en el diccionario de suajili como decirle a mama Lioni que mi habitación no tenía luz y ponerme a escribir en mi cuaderno. Ahora leo fragmentos de lo escrito y me río pero lo pasé mal. A oscuras y oyendo ruidos fuera (probablemente de los monos).

Dicen que en los momentos jodidos es cuando más verdades dices y al borde de la desesperación no se me ocurrió otra cosa que escribir esto.


Gato negro... Mala hierba. 

martes, 18 de agosto de 2015

12.08. La montaña y/o yo

¡Primer día de recogida de datos! Salimos del hotel con la barriga llena dispuestos a comernos también la montaña como si de un chapati se tratase. Recogimos a los responsables del distrito en Mjema y al muñequiti de camino al punto de inicio.

El coche subía y subía por senderos pedregosos. Paramos y empezamos a adentrarnos en la espesura. –Llevo más de una semana sin que me piquen los mosquitos. Si no me pican hoy no me pican nunca – Pensé. 


Empezó a escucharse el agua. Cada vez la vegetación era más verde. Al rozar las ramas te regalaban su rocío continuo. Y tras una larga caminata llegamos a la toma, nuestro primer objetivo de la mañana. 


Empieza la toma de datos y de coordenadas. Sólo quiero que os fijéis en estas fotos y en cómo están sujetas las tuberías… Con ramas. Esta toma de agua abastece actualmente a 5 vitongojis (barrios) de las aldeas de Mjema y Mvaa y abastecerá cuando termine su construcción a otros 10.  


Continuamos la marcha. Por el camino era muy fácil encontrarse con personas que iban o venían o que estaban en sus casas cocinando. Muchas te paraban y te daban la mano, dándote la bienvenida. Algunos niños nos seguían hasta que sus familiares los reclamaban. No entendía apenas nada de lo que decían pero daba igual, en ningún momento me sentía fuera de sitio a pesar de ser probablemente la única blanca en más de 5 kilómetros a la redonda. 


Comer en el bosque no es fácil. Pero si va el muñequiti contigo juegas con ventaja. Se conoce todos, absolutamente todos los rincones de la montaña. Es impresionante la energía que tiene. Espíritu Pare total. Este día pude escaquearme del arroz (¡yuhuuu!) y cambiarlo por mchungus y caña de azúcar.



Lo mejor de un día duro es la satisfacción que te queda al haber sabido defenderlo bien y terminarlo de una pieza, sobre todo. Cuando Enma, el conductor, me deseó buena suerte y me dijo que tenía dos horas por delante hasta volver a vernos se me cayó el mundo encima. ¿Dos horas subiendo y bajando montañas al ritmo de apasionados de ellas? Pues sí. Lo hice. Y me encanta. ¡Mañana más y mejor!


lunes, 17 de agosto de 2015

12.08. Sentirse pequeña

El otro día me preguntó Adri qué era lo que más sorpresa me había causado en el tiempo que llevaba aquí y no supe responderle pero, habiendo analizado todo lo vivido durante estos días, creo que ya sabría contestarte a tu pregunta, y lo hago con este vídeo.


360 niños mirándote, esperando que les respondas con la mirada. Todos uniformados y con las botellas amarillas, tras haber limpiado sus propias letrinas.

Sucedió el pasado lunes, primer día de trabajo de campo. Al finalizar el meeting de planificación sobre mis tareas fuimos a visitar las zonas de trabajo de Miguel, en concreto estuvimos en un colegio de primaria de la comunidad de Kansa, ubicado también en las montañas Pare.


Este colegio es especial porque es el único que tiene un estricto modelo sanitario. Y ONGAWA quiere difundir este sistema al resto de colegios de la zona.  ¿Y en qué consiste este modelo? En promover el uso de las letrinas y, por tanto, su limpieza y mantenimiento para poder ser usadas (y querer usarse, lo más importante).

Con lo fácil que es hacer tus cosas en el bosque, ¿verdad? Claro, y más habiendo tantos árboles con los que taparte… Pero si todos usamos el váter una media de 1,5 veces por la mañana, y sólo en este colegio hay 360 niños, son 540 residuos al día los que se están echando al bosque. ¡Sólo en este colegio y en un día! Que es más cómodo no lo podemos cuestionar… Todo el mundo ha tenido el “placer” de perderse en la espesura para evitar largas colas o simplemente porque va a ser una jugada más LIMPIA que enfrentarte a un WC público.

Pues en esa línea de trabajo juega este colegio. Los niños son los encargados de limpiar sus propias letrinas. Tienen un horario especializado para mantenimiento de las letrinas y hay juego de roles. En cada clase hay un prefecto que es el encargado de que siempre haya agua. 



Claro, tener agua en la letrina es fundamental para su limpieza. Entonces debería haber un punto doméstico (DP) de agua cerca de cada colegio. Ya van encajando las cosas, el diseño del sistema de abastecimiento Dindimo tiene en cuenta este aspecto.

Y luego, otro asunto esencial. ¿Cuántas letrinas hay por cada niño? En este colegio, por ejemplo, hay 2 letrinas para niños, 2 para niñas, 1 unisex y una para profesores. Por tanto a cada 120 niños les corresponde una letrina… ¿Es esto suficiente? 

Por último, otro asunto a tratar. Está muy bien si con la idea del horario estricto se consigue el uso de las letrinas. Pero, ¿después qué? El cambio de mentalidad no debería acabar en usar la letrina, sino en posteriormente lavarse las manos. Ya lo dije en la entrada “Chakula, but first…” Mucha higiene para unas cosas y para otras mucho que aprender.

Es muy fácil y barato instalar lavaderos de manos, llamados tip-tap, al lado de las letrinas. Este colegio en concreto no tenía porque “la gente lo roba, igual que las puertas”.


Mucho sobre lo que reflexionar tras haber visitado este colegio. Mucho, mucho.

domingo, 16 de agosto de 2015

11.08. Let's work!

¡Empieza lo bueno! ¡Empieza el trabajo de campo! ¡La salida a terreno! Por fin vamos a descubrir la verdadera Tanzania. La que se forja entre las montañas.

Quedamos a las 8 en la oficina de Ongawa con Bidy y nuestro conductor Emanuel para partir hacia Maore. Teníamos por delante 4 intensos días de trabajo colaborando con gente local y del distrito. De Same a Maore es una hora y media de viaje y de Maore a las montañas otra hora. Bidy nos recomendó hacer un segundo desayuno porque teníamos una larga jornada por delante. Paramos en Sofía (el restaurante que se convertirá en mi restaurante esa semana) y nos tomamos un café y un chapati con tortilla. ¡Energía! ¡Pilas cargadas! 


Primero tocó presentación de mi trabajo en la comunidad de Mjema. Conocí al muñequiti del COWSO (entidad de gestión comunitaria) y a otras personalidades del Distrito e hicimos el planning para recorrer en los siguientes días la última fase en construcción del sistema Dindimo.

Foto de Miguel

¿Qué es Dindimo? Os lo cuento, y así entendéis en qué consiste mi tarea porque todas las entradas que he publicado hasta ahora han sido de culturilla general pero ¿para qué viaja un cooperante a Tanzania?

El distrito de Same tiene más de 90 pueblos, muchos de ellos ubicados en las montañas Pare dentro de la reserva natural de Chome. Como ya dije en la primera entrada, la población en Tanzania está muy dispersa y en cualquier sitio, siendo el más perdido del mundo, podría encontrarse una casa.



Los puntitos blancos que se ven a lo lejos son los tan extendidos tejados de uralita

La reserva natural de Chome lleva sufriendo la acción humana mucho tiempo con la no conservación del bosque y extracciones subterráneas de agua que afectan al río Yongoma o Chongweni. Cambiar la actitud de personas que llevan tanto tiempo tatuadas es difícil pero para mantener la esencia de Chome en un futuro es necesario actuar. Y ahí es donde Ongawa aparece. 


Dindimo Water System está pensado para que algunas de estas comunidades de las montañas, que no tienen cubierta su demanda doméstica de agua, y que están obligados a recorrer distancias largas en busca de un punto natural (donde el agua es de calidad pésima), puedan acceder a este servicio tan básico con menos complicaciones. 



Esta es la ampliación del sistema que está en construcción para abastecer a las comunidades de Bombo, Mjema y Mvaa.



Son en total 12 nuevos puntos domésticos (DP) y más de 15 km de conducción que aún no están del todo construidos. Es necesario revisar su estado de mantenimiento para garantizar el buen funcionamiento a largo plazo, además de analizar su diseño para detectar posibles defectos o mejoras de la red.


Ya me avisó Bidy que hiciera buenos desayunos como el de hoy porque tocaba mucho caminar y mucha escalada.

Foto de Miguel

¡Os iré contando!



sábado, 15 de agosto de 2015

10.08. Échale huevos

¡Lunes! ¡Madrugón! Volvemos en autobús a Same después del intenso domingo. Estábamos esperando en los asientos de atrás y comiéndonos unas galletas que compramos a los vendedores que se ponen en las ventanillas de los autobuses, cuando de repente se subió al autobús una mujer con un bebé, tres niños pequeños y otros tres mayores a su cargo.  

Fue la segunda vez que pensé: “Hay que echarle huevos para ser mujer en África” La primera fue en aeropuerto de Addis Abeba, dentro del autobús por la misma escena. Una mujer con un niño recién nacido colgando de las espaldas con la típica bolsa de canguro (y cuando digo recién nacido estoy hablando de que a lo mejor tenía un par de meses) y otros dos pequeños. Viajaba en avión a Kilimanjaro igual que nosotros. Miguel le cedió su sitio del autobús para que se sentara y fue la primera vez que escuchamos “asante” que es gracias.

Volviendo al autobús…  Los tres niños pequeños se sentaron entre nosotros, en el asiento de en medio. El más mayor cuidaba de su hermana pequeña y ésta cuidaba a su hermano más pequeño. Los tres en fila. Nos miraron, como todos los niños hacen, con cara curiosa y ruborizándose (supongo que por el color de nuestra piel) sonrieron y se rieron. Les dimos una galleta y la cogieron con una cara de felicidad de esas que no se pueden describir y que te hacen que sientas cositas que tampoco caben en palabras.


Cogimos en brazos al pequeño de los tres, que a lo mejor tendría dos años. Y se quedó dormido.
Y es que hay que echarle huevos. Las mujeres del Sur son las que sacan adelante el hogar, son las que se pegan largas caminatas en busca de un punto natural de agua, son las que van al mercado (que no siempre está a cinco minutos de casa), son las que cuidan a los niños y, sin embargo, son las que se encuentran en una situación de desventaja y subordinación desde hace siglos. Hoy en día se está luchando por mejorar esta situación, lo primero, dando a conocer los derechos de las mujeres, que para muchas son desconocidos; y lo segundo intentando acabar con la discriminación a nivel local y general con lo que se conoce como “perspectiva de género” 


La situación poco a poco mejora pero queda mucho por hacer. Hay que seguir luchando por nuestros Derechos Humanos, cada uno por separado y todos en conjunto.

viernes, 14 de agosto de 2015

09.08. Verde que te quiero verde

¿Habéis visto alguna vez este contraste de verdes? ¿Y el verde fosforito de los arbustos? Os prometo que la foto no está retocada. Os cuento dónde hice esta foto:


Primer fin de semana en Tanzania y como no podía ser de otra manera. ¡Nos vamos de safari! ¡Nos vamos a Malengu!

Cogimos el autobús a las 7:30 para estar en Moshi a las 9, hora a la cual nos recogería nuestro safari-driver llamado Hamani.

Paréntesis: { El transporte público en Tanzania por lo que he visto está bien cubierto. Para trayectos cortos (de la oficina a Same Town) suele usarse la moto, aquí conocido como piki-piki o boda-boda. Nosotros, los voluntarios, no lo usamos porque es peligroso. Los caminos son de arena y con baches y el pasajero no lleva casco. Y para trayectos largos existen dos tipos de autobuses: los peligrosos (dala-dala) y los menos peligrosos. Nosotros siempre en los menos peligrosos. Aun así da bastante miedito cómo conduce la gente aquí (que por cierto, se conduce por la derecha). }


La primera parada fue en pleno bosque. Fuimos a ver una plantación de café y a tomar el Babu-coffee (café del abuelo). Conocimos a Babu, un personaje bastante curioso quedado nos fue enseñando los pasos para preparar un verdadero café arábico. 

Lo primero es recoger las semillas cuando están rojas. 


Se les quita la primera cáscara con esta peladora y se dejan secar un par de días.


Las semillas tienen otra capa fina que es necesario quitar. Para ello se usa el mortero y se sopla de forma que en la bandeja sólo quede lo bueno.


El siguiente paso es tostar la semilla


Y por último se machaca con el mortero cantando una canción. ¿Pero cómo se sabe si el café es bueno? Pues probándolo, obviamente. Pero no hirviéndolo con agua… Eso después. Probarlo literalmente. Echarte un puñado de café molido (mezclado con azúcar) en la boca. Sí, sí… Así nos quedamos todos. Perplejos. Pues lo hicimos y estaba bueno. Pero por favor pequeños, no lo hagáis en casa.
Y este es el ritual del café. Del verdadero Arabian coffee.

Después comimos en un restaurante local de Malengu. Aquí fue cuando tuvimos la genial idea de probar el ugali (los pelos de punta se me ponen de pensar en el ugali…). Pero es como con todo. Estás en África y no te vas a quedar sin probar algo. Si es que no que sea porque has intentado que sea que sí.

La siguiente parada de nuestro safari (por cierto, “safari” aparte de ser una marca de cerveza significa viaje) fueron las cataratas de Ndoro. Un curso fluvial procedente del Kilimanjaro que se encuentra bastante por debajo de la civilización… Es necesaria una buena bajada.
En este lugar la gente aprovecha para darse un bañito pero no estaba el día para mojarse… A sí que saboreamos desde fuera las gotas de agua que salpicaba la cascada.


He de decir que fue un día a prueba de fuego para el estómago. Habíamos oído hablar de la cerveza de plátano y le preguntamos a Hamani. Tanto interés pusimos nos llevó a un bar en Himo Town donde se hacía esta cerveza artesana, llamada mbege. El bar era lo más antro que os podéis imaginar… Tenían la cerveza en cubos de 25 litros y la servían en cubillos de medio y un litro y nosotros teníamos mucho miedo de pasar las próximas horas dependientes del WC. 


Y con esto doy por finalizado mi primer fin de semana en Tanzania.