8:15 de la mañana (7:15 en España). Nos recoge
Ema en casa. Ana tiene que ir a Maore también para una reunión con los de su
COWSO.
La jornada empieza con risas. Ema me avisa de
los gatos negros y ahora que pasó la tempestad nos hace gracia, pero aún
recuerdo el momento desesperante de estar en Sofia cenando y estar contándole
mi situación: 1 día sin agua, 3 días sin agua caliente y 2 noches sin
electricidad, en medio de la nada y sin posibilidad de comunicarme con nadie en
otro idioma que no fuera suajili. ¡Horror!
Afortunadamente hoy es un nuevo día, sin gatos,
ni negros ni blancos. Sólo con ganas de volver a la montaña, de subir cuestas y
disfrutar de ella como si fuera la última vez, que es muy posible que lo sea.
¡Pero quién sabe!
Llegamos a Maore, paramos en Sofía a hacer
nuestro correspondiente segundo desayuno y empiezan las anécdotas graciosas del
día. Dos mujeres se acercan y nos ponemos a hablar como buenamente podemos. Me
gusta mucho hablar con la gente local porque es gente abierta y el humor aquí
se respira en el aire. Empieza la conversación en inglés formal pero acaba en
una fusión suajinglis con toque indio y en esos momentos te das cuenta de lo
importante que es la comunicación, y que venga lo que venga hay que intentar expresarse
con cualquier recurso.
Bueno, cogemos nuestro camino hacia las
montañas. Recogemos al muñequiti y empieza la jornada. GPS en una mano, en otra
la libreta, el móvil para hacer fotos colgando, la botella vacía para medir
caudales bajo el brazo y las duracell al máximo.
El paisaje es diferente. Hay más vegetación y
los caminos son menos transitables para vehículos. Se nota que lleva tiempo en
funcionamiento el sistema y se ha restaurado la vida del bosque.
Otra de las cosas que pasan cuando se construye
y el tiempo pasa es que aparecen defectos: fugas, agujeros en tuberías, puntos
domésticos con caudal insuficiente, puntos domésticos sin cierre, estructuras
inutilizadas… Y mucha distancia entre ellos. Pero es lo que pasa con la
cooperación: Tienes X recursos y tienes que pensar cómo optimizarlos. Y como ya
he dicho en otras entradas, con el problema de la diseminación de la población
es muy complicado poner puntos de agua en todas las casas. ¡Ojalá se pudiera!
Pero lo que hay que procurar es que, por lo menos, lo que se ha ejecutado
funcione.
Le dimos un buen repaso a toda la red durante
la mañana y volvimos a Maore, no sin antes despedirnos con una buena caña de
azúcar. We’ve finished!!
Pero el día no termina aquí… Estábamos
llenando el tanque con arroz y habichuelas cuando vimos que se formó jaleo
fuera. Dos maasais habían empezado a discutir y entre la multitud, desde mi
asiento os puedo decir que sólo oí un sonido, vi un palo y un trozo de túnica
volando y el ruido de cuando alguien cae al suelo… Sí, la primera pelea tanzana
que me encuentro. Es muy raro ver aquí a gente discutiendo en general y
pegándose en particular, y más de día. Por eso digo que cada día no dejo de
sorprenderme.
Salimos de Sofía para volver a Same. Habían
conseguido separar a los protagonistas de la revuelta pero aún quedaba
corrillo. Y lo que suele pasar cuando se acumula mucha gente y pasa un blanco
es que todos los ojos se desvían y sientes el peso de ellos. Te sientes pequeñito.
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