Cuando no tienes tomates vas y los compras.
Cuando no tienes leche, el oro blanco de Tanzania, si estás de suerte, vas, le
haces un agujero al bolsillo, y la compras.
Pero cuando no tienes luz… Cuando tu única
fuente de claridad es el latido de una vela, sólo puedes hacer una cosa:
desconectar.
Os animo a que le deis un respiro a la tierra
y disfrutéis de una cena o de una ducha a oscuras. Nosotros lo hacemos muy a
menudo. Y aunque el corte de luz sea algo pasajero (un par de horas como mucho)
os prometo que merece la pena.
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